Hay un pasaje bíblico que reza: “más valen dos que uno, porque sacan más provecho de lo que hacen. Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse!” Eclesiastés 4:9-10
Cuanta verdad hay en estas palabras. Sin duda los seres humanos necesitamos el contacto con otros, un hombro, un abrazo, una palabra… Fuimos creados para amar y ser amados en medio de la expresión de quienes somos.
“Mas valen dos que uno” no significa que nuestro valor dependa de estar con una persona o que estamos incompletos solos. Significa que todo el potencial, capacidad y virtud es magnificada cuando permitimos que la compañía de nuestro entorno nos mejore y levante.
El trabajo en conjunto con otros es sinónimo de cosechar doble, recibir pago doble, es comer más, es disfrutar por mucho, es multiplicar lo bueno, es hacer las cosas más perfectamente, no es un cabeza y un corazón, son dos o más, unificados en el bienestar mutuo.
A esta conjunción de virtud y de coincidencia llamamos redes de apoyo. Son estructuras que proveen soporte y fortaleza a las personas en diferentes áreas o momentos. No siempre serán las mismas personas, no siempre serán muchas, no siempre serán las que esperamos, pero debemos tener claro siempre algo vital: siempre las hay. Aunque sea una sola.
Las funciones de las redes de apoyo son tantas como humanos hay en el mundo. Desde cuidar físicamente como apoyar en lo emocional en miles de escenarios, alegres o desgarradores. Son esos remolcadores cuando el carro de la vida se frena.
La vida nos asegura aflicciones y sufrimientos. Nos asegura caídas. Al ser esto así tenemos 2 opciones: esperar con ahínco el día de nuestra muerte o tomar las riendas de las responsabilidades que se desprenden de nuestra vida y tejer con esmero ese abrigo de apoyo que necesitamos para sobrevivir.
¿Cómo construir y fortalecer nuestras redes de apoyo?
El más capacitado ocupa siempre de alguien más. Estamos hechos para poder ser complementados, en muchos sentidos. No todo lo podemos hacer solos, y lo que si podemos estoy segura podría ser mejor o podría magnificarse con participación de ojos, manos y perspectivas diferentes a las nuestras.

Nuestra naturaleza nos lleva siempre a necesitar de otros… desde que nacemos dependemos, morimos dependiendo. Esto definitivamente es una aclaración de parte de la vida que nos dice que no es malo necesitar a las personas. De hecho pueden ser vitales. Además, también esto me lleva a pensar que soy parte del tejido de cuido y apoyo de otras personas. Algo que yo diga o haga podría ser necesitado por otra persona. Es un llamado a no abandonar nuestra misión por el bien del tejido de cuido al que (nos) pertenecemos todos.
«Desde que nacemos dependemos, morimos dependiendo»
Hay varias formas de fortalecer una red de apoyo y brevemente te quiero nombrar algunas que ojalá sirvan para que las redes con las que contamos sean más resistentes y provechosas:
- Seamos intencionales. en un momento de la historia tan apremiante separar tiempo desinteresadamente para otro es oro. Toda excusa es válida para ayudar, para estar.
- Seamos sinceros. La sinceridad a pesar del dolor que esta pueda causar es la mayor muestra de buenos deseos.
- Seamos humildes. NOS necesitamos, unos a otros. Todos en algún momento estaremos abajo en la montaña rusa que es la vida.
- Seamos agradecidos. La gratitud multiplica lo bueno. Nos aclara el panorama y quienes reciben gratitud se motivan a dar y ser más.

Haz lista de tu red de apoyo y piensa en las personas para quienes eres parte de la suya. Agradece. Estamos en un gran tejido de cuidado, consejo y protección. Me encantará pensar que estoy en este momento siendo parte de la tuya al recordarte todo lo valioso que te rodea.