La Navidad es una época llena de expectativas: esperamos regalos, encuentros, comidas, villancicos y muchas cosas más; también otros esperan cosas de nosotros y en ocasiones hasta nos vemos esperando esa magia de las películas; pero cuando ya pasa toda la escena navideña y de año nuevo nos encontramos otra vez con la cotidianidad.
Cada vez que nos repetimos “Feliz Navidad” también estamos generando una expectativa, y es que naturalmente todos los seres humanos deseamos ser felices, pero la cuestión es cómo comprendemos esa felicidad. Gracias al excelente mercadeo de marcas conocidas, muchas veces esperamos que la felicidad venga llena de bienes, de risas compartidas con la familia y amigos y rodeada de bellas decoraciones navideñas; pero no siempre las cosas suceden de esta manera.
Así como cualquier otro encuentro familiar y humano, la Navidad está llena también de desencuentros y dificultades, cuando empezamos a preocuparnos de más por dar el “mejor regalo” o por tener la comida más elegante, o la mejor compañía, entre muchas otras preocupaciones, entonces empiezan a surgir las ideas irracionales o autoexigencias que nublan el disfrute y nos predisponen a las discusiones superficiales.
Poder controlar nuestras emociones en esta Navidad comienza por reconocer esas ideas y exigencias que se detonan dentro de nosotros, como el enojo, la tristeza, el miedo y hasta la envidia; regularlas implica detenernos un momento y observarnos, encontrar qué es lo que nos activa de esta forma y reorientar nuestros pensamientos, aceptando lo que tengamos que aceptar y dejando ir lo que tengamos que dejar ir.
Las emociones realmente tienen una función clave en nuestro desarrollo, están ahí por una razón, pero cuando saturamos nuestra mente de ideas irracionales es muy posible que nos veamos viviendo de manera desorganizada nuestras emociones y por tanto perdiendo la oportunidad de vivir a profundidad esos encuentros, disfrutando de los más pequeños detalles.
Aplica también para una mejor vivencia de la alegría, cuando estamos en un momento cargado de emoción nuestro cuerpo libera endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina que brindan esa sensación de excitación; pero puede ser que luego, el momento posterior, al disminuir todas estas hormonas, quede una profunda sensación de vacío y nostalgia; por tanto es importante conocer las emociones, darles su lugar y comprender también su duración.
Por último, quisiera señalar algunas estrategias útiles para regular las emociones:
- Respirar: el oxígeno es un regulador natural del cuerpo, existen diferentes técnicas de respiración que se pueden practicar y así encontrar cuáles son las que mejor sirven para los distintos momentos.
- Tomar un momento: detenerse, tomar distancia de la situación y reflexionar sobre la forma en la que se está respondiendo y viviendo las circunstancias.
- Cambiar de enfoque: a veces es necesario un estímulo distinto que ayude a salirse de la emoción, por tanto puede ser útil distraerse, conversar con otra persona o simplemente buscar un ambiente diferente para volver a enfocar su emoción.
- Diario de emociones: aprender a conocerse es esencial para comprender las emociones, tomarse un momento para escribir sobre lo que se siente y cómo surgió esa emoción puede ayudarnos a descifrar mejor cómo regularnos en próximas ocasiones.
- Vida sana y ejercicio: entre mejores hábitos se tengan, se podrá vivir de manera más sana las emociones y en general todos los ámbitos de la vida.
- Buscar ayuda profesional: si se reconoce que no se logran manejar las emociones y estas dominan constantemente, es importante también buscar apoyo de un profesional que pueda guiar el proceso de reconocimiento y gestión de las emociones.
Ahora a disfrutar esta Navidad y Año Nuevo y vivir con plenitud y control las emociones que traigan.