Se aproxima el día de la madre, y aunque todas las personas tienen una experiencia muy distinta de su vida familiar, la figura de una madre siempre hace pensar en características y formas de actuar que podemos aprovechar para reflexionar sobre nuestra propia vida; ya sea desde nuestra relación con quien ha jugado ese rol maternal con nosotros, nuestra relación con las demás personas, e incluso la relación con nosotros mismos.
1. Reconocer, aceptar, agradecer y valorar el lugar de donde venimos: Sin importar cuál sea nuestra historia, que tan positiva o difícil haya sido nuestra relación con padres o cuidadores, es importante que podamos reconocer y aceptar el lugar de donde venimos; las personas que nos trajeron al mundo, y quienes nos criaron. Todas las personas que han formado y educado una familia han tenido que hacer sacrificios importantes en sus vidas, grandes esfuerzos e ir aprendiendo muchas veces a golpes. Por ello es importante también valorar todo lo que hemos recibido, sea o no lo que nosotros esperábamos; además de saber agradecer todo lo recibido y ser agradecidos con la vida también por el simple hecho de existir. Cuando no aceptamos o no estamos en paz con nuestro origen y nuestra historia, es muy difícil que podamos seguir adelante construyendo una vida más sana y auténtica.
2. Cuidar y proteger: Una de las principales funciones de la familia son el cuidar y proteger a sus miembros, aunque puede ser que yo no lo haya vivido siempre de la forma que lo esperaba. Pero si puedo preguntarme en mi vida actual ¿Cómo cuido yo de otras personas, sean de mi familia, amistades o seres queridos?, y aún más allá, ¿Cómo me cuido a mi mismo, en todos los niveles: emocional, físico, social, y otros?
3. Educar y acompañar: Una parte importante del papel de la madre o de los cuidadores es el papel de educar y acompañar. Para esto es bueno en primer lugar mirar atrás y ver cómo fue nuestra propia educación y crianza, rescatar lo bueno que recibimos y también aceptar que aquellos que nos educaron no tenían todas las respuestas ni herramientas para hacerlo de forma “perfecta”. ¿Cómo sigo yo velando por mi propia educación y formación? No sólo ir a la escuela o estudiar una carrera, sino también ¿cómo busco crecer y formarme en herramientas para la vida, para ser mejor persona, para afrontar las dificultades de la vida? ¿Cómo estoy educando y acompañando a las personas con las que camino en la vida? Puede ser que ya tenga hijas o hijos, o hermanos menores, o simplemente personas de mi edad con las que convivo; ¿de qué manera soy yo una compañía positiva y que ayuda a que las demás personas también crezcan cada vez que nos encontramos en el camino?
4. Amor con paciencia y dedicación: Aunque cada historia es muy diferente, se suele relacionar a una madre con paciencia y dedicación. Y más allá de cuestionar a la persona que nos crió, es importante preguntarnos cómo son nuestros vínculos con los demás y con nosotros mismos: ¿soy paciente con las demás personas y conmigo mismo, reconociendo que todos somos distintos, tenemos habilidades, limitaciones, ritmos de vida y crecimiento que son diferentes?, ¿soy dedicado con las personas a las que aprecio, dedicándoles tiempo, atención, detalles, cuidado y energía?, ¿y para conmigo mismo también?, en mi relación con otras personas, ¿trato siempre de relacionarme de una forma balanceada entre el dar y recibir, tratando de construir relaciones sanas y equilibradas?
¡A querernos y cuidarnos, así como queremos y cuidamos a las demás personas!