Llega la época navideña y el fin de año, con todo lo que ello implica. Más allá de las creencias particulares, suele ser un tiempo con mucho movimiento: actividades, celebraciones, reuniones, eventos; y también cierres de procesos: personales, de trabajo, familiares, etc.
En medio de todo ello, éste puede ser un tiempo para disfrutar, un tiempo sólo de “mucha fiesta”, un tiempo de tristezas y soledad; o puede ser un tiempo muy significativo a nivel personal y comunitario. Todo depende de cómo decidamos vivirlo y el sentido que le demos.
Las celebraciones son una parte importante de todas las culturas, y para muchas personas la navidad y el fin de año son ocasiones perfectas para acercarse más a otros; sea a la familia, a la comunidad, a miembros de una iglesia, a compañeras y compañeros de trabajo, en fin; las fiestas pueden ser una buena oportunidad para alegrarse con otras personas, compartir, hacer a un lado los problemas o dificultades para enfocarse en las alegrías y logros, y crear un mayor sentido de unión y pertenencia.
Lo importante en este punto es, en un primer lugar, que las personas involucradas estén siempre en la libertad de elegir lo que desean celebrar y cómo desean celebrarlo, evitando el sentimiento de obligación en las actividades o encuentros. Además, cada una y cada uno debe darle el sentido y el valor a estas celebraciones, para vivirlas con la mayor profundidad posible; para disfrutar y celebrar con voluntad y disposición. El sentido puede ser desde lo más personal, lo espiritual, lo recreativo, hasta lo más comunitario.
Para muchas personas, la época es un recordatorio de la importancia de ciertos valores que a veces se olvidan durante el año: la solidaridad, empatía, humildad, unión, entre otros. Cómo se vive cada uno de ellos depende mucho del contexto y de cada persona, pero vale la pena tomar el tiempo también para reflexionar sobre los valores propios, sobre cómo se vive la propia vida, para con uno mismo y para con las demás personas.
Otro elemento importante de la época son los símbolos externos: decoraciones, adornos, figuras, entre otros. No está de más preguntarnos qué significado le damos nosotros a todo ello, más allá de un elemento decorativo, un árbol, una campana; es bueno darle un significado profundo a cada cosa que ponemos en nuestro hogar, o incluso que vestimos como un adorno. ¿Qué representa para mí cada uno de esos símbolos? ¿cómo influyen en mi vida o cómo me ayudan a celebrar o a acercarme a otras personas?
No puede quedar fuera el famoso tema del consumismo. En nuestro tiempo, como dicen por ahí “todo se vende y todo se compra”, y esa idea se ha extendido a todos los ámbitos de la vida. El comercio en esta época aprovecha mucho más la sensibilidad de las personas; y nos hace creer que verdaderamente necesitamos muchas cosas para ser felices o hacer felices a los demás. Es importante ser muy cautelosos en esta época, ser muy conscientes de a cuáles mensajes estamos haciendo caso.
Los regalos y las compras pueden ser de valor en tanto tengan un significado y una dedicación especial; mientras hagan sentir a la otra persona que se ha pensado en ella y le expresen un verdadero aprecio. Por eso, es importante preguntarse qué es lo que realmente queremos para la otra persona, y cómo le podemos hacer sentir nuestra cercanía y cariño. Recordemos la palabra “presente” y pensemos cómo queremos tener presencia en la vida de las otras personas.
¡Tomemos el tiempo para reflexionar, y celebremos esta época con mucha humanidad y sentido!