En los últimos años se ha visto un proceso por el cual se aprecia un cambio importante en cuanto a la concepción de los posicionamientos de género en diversas sociedades. En la última semana en Irán muchas mujeres y hombres han salido a las calles a protestar por un hecho doloroso: el asesinato de una mujer por manos de la policía solamente por utilizar de manera incorrecta su hiyab (velo).
En esas protestas se han viralizado las imágenes de mujeres de todas las edades que se desprenden de sus velos para quemarlos, pero también videos de mujeres y hombres que se enfrentan a otros hombres que les quieren imponer el uso del hiyab.
Y es que, dentro de las protestas, que, si bien es una lucha netamente femenina y sumamente valiosa, se ve un determinante y gran apoyo de hombres que han decidido romper con las ideas previas sobre la masculinidad en un entorno que privilegia al hombre sobre la mujer. Esos hombres que se han lanzado a las calles junto con sus compatriotas son una muestra de que el siglo XXI ha ido mostrando y seguirá mostrando que los modelos de masculinidad van cambiando.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, uno de cada cinco hombres no llega a los 50 años en el continente americano debido a problemas relacionados con la masculinidad no positiva; las acciones autodestructivas, el poco cuidado con la salud física y mental, unido a una tendencia a buscar responder con violencia ante la tensión.
Cada vez es más usual escuchar el término de masculinidad positiva, que es cuando los hombres usan su fuerza física y emocional para defender comportamientos y comunidades saludables. La masculinidad positiva busca que los hombres logren conectar nuevamente con sus emociones, debilidades y necesidades, y sin perder su identidad propia logren construir un imaginario más amplio sobre lo que significa ser hombre en el nuevo milenio.
El enfoque de la masculinidad positiva es ayudar a nuevas generaciones de hombres a aprender y construir comportamientos saludables, las cuales incluso puedan ayudarles a enfrentar situaciones personales que anteriormente les habrían sobrepasado de manera emocional. Y por ello es por lo que se busca que los hombres puedan reconectar con sus propias emociones, comprender por que siente lo que sienten y así tomen decisiones más equilibradas.
Conectar con las emociones podría ser complicado, especialmente si durante muchos años se nos ha mostrado que la masculinidad se vive desde la aridez, el silencio y la violencia. Pero cuando se da el primer paso para asumir una masculinidad positiva se van adquiriendo habilidades que pueden ayudar a los hombres a vivir de una manera más feliz.
Hay varios caminos para trabajar una masculinidad positiva, por ejemplo, reconocer que existen diversas formas de vivir la masculinidad y por lo tanto aceptar sin estereotipos a las demás personas con empatía, amabilidad e interacciones positivas. También es importante dar valor a todo tipo de emociones y no solamente al enojo, de manera que la ternura, la compasión y la sensibilidad puedan experimentarse sin señalamientos.
Sea cual sea el camino y las formas, es innegable que los hombres del siglo XXI estamos llamados a vivir, construir y recomponer las ideas de lo que significa ser y vivir la masculinidad, sin que se tenga que perder de vista que las diferencias entre géneros están para favorecernos, para integrarnos y para enseñarnos.