Al filo del sillón

La frase normalmente es “al filo de la navaja”. Da la sensación de aventura, excitación, adrenalina. Como que estamos viviendo literalmente al filo de nuestras posibilidades.

Hombre, eso está muy bien. Son pocos los que realmente no estarían interesados en esa inyección de vértigo que nos saca de la vida rutinaria y monótona en que vivimos.

No tiene que ser tampoco lanzarse en paracaídas, irse de mochilero durante tres meses a Europa o apuntarnos a un triatlón de larga distancia. Hay escalas de acuerdo a los gustos de cada quien, lo importante acá es que nos saque del confort y nos regale un momento de aventura, de sentirnos vivos.

Esto va muy ligado a aquellas frases motivacionales del salir de la zona de confort, de ser diferente, de trascender, de abandonarla para encontrar vida y prosperidad y no falta quien lo lleve a un nivel superior de espiritualidad, un Olimpo donde solamente unas pocas almas privilegiadas llegan. Los demás, no. A nosotros, ‘el rebaño‘, nos toca el fango del día a día, de la rutina, de consumir nuestras vidas dentro de la ‘fatídica’ zona de confort.

Quizá yo mismo alguna vez pasé por allí, satanizando a la zona de confort. Pero he llegado a la conclusión de que no es un lugar tan terrible. Si lo analizamos bien, es un buen sitio para estar, porque allí controlás todo, te es fácil tomar decisiones en paz, sentís seguridad y todo el sistema funciona, a veces sin necesidad de vos. Esto es bueno por un par de razones:

  • Al ver tu zona de confort y analizarla, podés tomar decisiones de mejora. Es muy difícil tomar decisiones con calma si andás saltando de trabajo en trabajo, de pareja en pareja, de casa en casa, de línea de pensamiento en línea de pensamiento. ¿A qué hora analizás las cosas si siempre estás en movimiento? La desprestigiada zona de confort te permite ese espacio.
  • La zona de confort no es un cubo de 2×2 en el que estamos metidos. Es amplia, podemos movernos en ella. Podemos acercarnos al filo del sillón donde estamos, al límite de ese espacio y empezar a aventurar, a crear, a solucionar, a mejorar. Y en ocasiones, será exactamente la misma sensación de estar al filo de la navaja, sentados como si estuviéramos viendo una película emocionante.

Diseñar nuestra vida puede ser una aventura. Mi hijo de 8 años ya diseñó la suya y está haciendo planes para alcanzar sus objetivos. Yo ya crucé la barrera de los 46 y acá sigo, en lo mismo. A veces me acerco al filo del sillón de mi zona de confort, a veces me levanto del todo, pero trato siempre de estar en movimiento. De eso se trata.

No importa el momento de la vida en que estés, disfrutá tu zona de confort y andá ampliándola poco a poco. Al final de cuentas, es tu propia aventura de mochilero por la vida y de nadie más.

Publicado por Fabrizzio Ponce

Gestor de RRHH y Entrenador de líderes, con formación adicional en Administración de Negocios, Liderazgo, Motivación y Coaching. Ayudo a crear y formar líderes, personas y equipos de alto rendimiento.

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